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Maternar y emprender sin culpa

Por Cristina Martínez Pinto, Fundadora y Directora General, PIT Policy Lab

De hace un par de semanas para acá he asistido a espacios de diálogo en donde los temas recurrentes han sido la definición de identidad, el empoderamiento de la mujer y la agencia de cambio. He participado de manera entusiasta en estas conversaciones porque estoy en búsqueda de respuestas y ejemplos de trayectorias de otras mujeres que me ayuden a entender mejor quién soy en la etapa de vida en la que me encuentro.


Desde que tengo memoria he estado persiguiendo experiencias nuevas: conocer personas y culturas, descubrir ideas que desafíen mis creencias, incidir positivamente en mi entorno a través de mis habilidades, probarme a mí misma que puedo alcanzar cada meta que me proponga. En el camino recorrido, he vivido grandes aventuras, alegrías y satisfacciones, a la vez que he enfrentado distintos desafíos que se han traducido en estrategias de supervivencia y aprendizajes que han abonado a afinar mi sentido común e intuición. Sin embargo, nada de esto me preparó para ser mamá y mucho menos emprender en paralelo.


En un abrir y cerrar de ojos, en los últimos tres años, además de navegar la incertidumbre de la pandemia, me convertí en mamá de mi primera hija, fundé PIT Policy Lab y pasé nuestro primer año de operaciones embarazada de mi segunda hija. Mi identidad se tambaleó, pues comencé a vivir en la dualidad de estar presente y no perderme ni un hito de su desarrollo y, a la vez, trabajar muy duro y dedicarle muchísimas horas, usualmente por las noches cuando la carga mental se aminora, a un proyecto profesional en el que creo profundamente. Si alguna se identifica, coincidirá en que vivir así es insostenible, emocional y físicamente.


Por lo tanto, en cada espacio en donde tengo cerca a mujeres líderes de empresas e instituciones, quienes han roto techos de cristal y también son madres, les hago la misma pregunta: ¿Cuál es su secreto? ¿Cómo lo lograron? Coincidentemente, hasta ahora las respuestas han sido bastante parecidas y he estado trabajando en interiorizarlas.


Quitarse la culpa

El común denominador de la mayoría de estas mujeres es que, viendo hacia atrás, no sienten culpa por haber perseguido su ambición profesional y por no haberse conformado con roles de género tradicionales. Al igual que yo, tuvieron en casa el ejemplo de madres o figuras cercanas que estuvieron empleadas fuera de ésta (hago la precisión porque considero que estar a cargo de labores de cuidado y del hogar es un trabajo no remunerado de tiempo completo y de gran importancia). Adicionalmente, lo mismo que en mi caso, hacen equipo con sus parejas, quienes ejercen paternidades responsables y en algunas ocasiones incluso revierten los roles de cuidado. Sobre este punto, les ha sido indispensable contar con redes de apoyo, llámese familia extendida, pareja o personal contratado para realizar estas labores y así poder concentrarse en su desempeño laboral, aunque la carga mental sigue estando presente en su día a día.


Tener conversaciones incómodas

Como segundo punto, han puesto sobre la mesa la importancia de la comunicación asertiva, honesta y proactiva con la pareja sobre temas incómodos como presupuesto familiar, planeación patrimonial e independencia financiera, o bien sobre estilos de crianza y/o no negociables respecto a su identidad como persona (hábitos, rutinas y pasatiempos). Han hablado también sobre las expectativas que se tiene sobre la carrera profesional con relación a la pareja. En este sentido, una encuesta realizada a mujeres y hombres heterosexuales graduados de la Universidad de Harvard hace algunos años, encontraron que éstos esperaban que sus carreras tuvieran mayor importancia que la de sus esposas y que ellas estuvieran a cargo de las labores de cuidado familiares; mientras que las mujeres esperaban que sus carreras profesionales tuvieran la misma importancia que la de sus esposos y un reparto igualitario de las labores del hogar. Claramente las expectativas de unos y de otras no están alineadas y hay que hablar, negociar y acordar el respecto.


Priorizar calidad, no cantidad

Si bien hay muchos otros temas que mencionar, el tercer y último punto tiene que ver con estar verdaderamente presentes en los espacios dedicados a la pareja y/o a la familia o cuidado de hijos e hijas, en particular cuando estos espacios pueden estar confinados a los fines de semana o acotados a un par de horas entre semana. Este punto incluye aprender a priorizar, a decir NO y a distinguir lo que es urgente de lo que es importante. Por otro lado, el tiempo de calidad también está relacionado con nuestra salud física y mental, junto con el tiempo dedicado al descanso, por lo que es importante revisitar el punto anterior y tener una buena comunicación con el entorno inmediato respecto a expectativas propias y de los demás.


Yo agradezco la sororidad con la que estas mujeres líderes comparten sus historias de vida y consejos a nuevas generaciones. Si bien estoy lejos de ser una mamá “perfecta”, estoy consciente que soy una mamá valiente, pues día a día le planto cara a miedos y dudas sobre mi capacidad en los frentes personal y profesional, y hago lo mejor que puedo con las herramientas que tengo a mi disposición. Sin duda agradezco también a mi mamá, hermana, tías, suegra y, por supuesto, a la abuela de mi esposo por ser mis referentes e inspirarme a vivir una maternidad real y a perseguir mis sueños con ahínco. Si bien podría parecer que este tema no tiene relación con el campo de la Tecnología de Interés Público o con nuestro trabajo en PIT, al contar con un equipo integrado al 100% por mujeres y con una de nuestras colegas justo iniciando su licencia de maternidad, considero que esta es una agenda y conversación que tenemos que abordar con seriedad.


Les deseo un feliz Día de las Madres a todas quienes estén pasando por dilemas y retos como los que planteo. Nos toca hablar al respecto y maternar en nuestros propios términos, desde el amor a nuestros hijas e hijos, el ejemplo que queremos darles y en reconocimiento a la satisfacción, responsabilidad y sentido de vida e identidad que supone para algunas de nosotras avanzar nuestras carreras profesionales.


Nota: Pensé en complementar cada párrafo con datos duros sobre la economía del cuidado, carga mental, o bien con cifras sobre brecha y desigualdad salarial en el ámbito laboral y en particular en el sector de tecnología, pero recordé lo que una ponente nos dijo en un evento sobre cómo las mujeres usualmente buscamos justificar nuestros argumentos con datos para darles mayor peso y credibilidad. Así que decidí limitarme a sólo compartir algunas reflexiones e ideas con las que he estado conviviendo, sin necesidad de convencer a nadie.



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