Por: Sofía Baltazar, Pasante en PIT Policy Lab
Estoy a un par de semanas de concluir la Licenciatura en Relaciones Internacionales y a lo largo de mi carrera he buscado la manera de hilar esta área de estudios con otra área que también me apasiona: la tecnología. Muchas veces me han preguntado ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?, ¿Por qué no estudiaste una ingeniería?, ¿Cómo puedes aplicar tu carrera a esa área?, ¿Hay campo laboral?, y un largo etcétera. He dado muchas respuestas a estas preguntas, unas más largas que otras, pero en resumen puedo decir: hoy más que nunca, con el acelerado desarrollo tecnológico que estamos presenciando, es necesario que las áreas de tecnología estén influenciadas por las ciencias sociales; que vayan de la mano durante su diseño, implementación y seguimiento. Es en este punto donde las tecnologías de interés público y yo hacemos match, al buscar un uso y desarrollo socialmente responsable de las mismas.
Resulta imposible imaginar regresar a un mundo donde no hagamos uso de las herramientas tecnológicas en nuestro día a día. Revolucionaron la manera en que nos comunicamos, aprendemos y trabajamos. No obstante, también es imposible e irresponsable por alto las fallas y los riesgos que existen al utilizarlas. En un nivel más superficial encontramos los riesgos de los que más se habla: robo de identidad, fraude o phishing, acoso o grooming, entre otros. Pero, ¿qué pasa con las tecnologías que desde su misma estructura y código presentan sesgos contra determinados grupos sociales?, ¿O bien aquellas que terminan sirviendo para propósitos que no eran los deseados? Para prevenir situaciones así, es necesario que detrás del desarrollo tecnológico exista un análisis crítico de para qué, por qué y para quién serán de utilidad estas innovaciones. Es necesario siempre poner a las personas al centro, buscando que estas tecnologías sean seguras y verdaderamente de interés para ellas y sus comunidades.
Este último semestre de mi carrera tuve la oportunidad de realizar una estancia profesional en PIT Policy Lab. En esta organización no sólo pude encontrar esa intersección que buscaba entre la tecnología y mi área de estudio, sino también un mundo de posibilidades de todo lo que se puede lograr cuando las innovaciones tecnológicas son analizadas desde un genuino interés por hacer que sean de utilidad para las personas. Colaboré en el proyecto Digital & Tech Evangelisation for GovTech en conjunto con la Embajada Británica en México, centrado en promover mejores prácticas y usos de herramientas digitales en los gobiernos municipales. Este proyecto es un ejemplo de cómo se puede incidir, a través de las tecnologías digitales, en facilitar la vida de las personas desde lo local. Al mejorar los procesos digitales internos de los municipios, no sólo se logra tener más orden, eficiencia y seguridad, sino que también se habilitan mejores servicios y atención a la ciudadanía. En el marco de este proyecto aprendí nuevos conceptos, conocí iniciativas y buenas prácticas en América Latina y otras partes del mundo, elaboramos mapeos de personas clave en el sector de tecnología de interés público y trabajé con compañeras de quienes aprendí en todo sentido.
Estoy segura de que lo que he aprendido durante estos meses se traduce en herramientas que podré aplicar hacia el futuro y estoy convencida de que la Tecnología de Interés Público es un campo profesional en el cual más y más personas tienen cabida. Ya no podemos pensar en las innovaciones tecnológicas como un ente aislado de las dinámicas sociales, sino como parte de éstas. Estamos entrando en una era donde hay más riesgos asociados a la tecnología, por lo que es necesario poner al centro a las personas a la hora de desarrollar nuevas ideas, productos, servicios y políticas de tecnología.
Comentários