Por Victoria Gutiérrez, Doctorante por la Universidad Juárez del Estado de Durango
La popularización del concepto Inteligencia Artificial Generativa (IAG) cobró mayor fuerza después del lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022 por parte de la empresa OpenAI; entre la sociedad el principal punto de asombro e interés por el uso de esta herramienta fue su capacidad generadora, contribuyendo a hacer más rápidos y eficientes procesos y tareas de la vida diaria.
Esta capacidad de crear contenidos de diversa índole es la principal característica de la IAG, misma que puede definirse según Lim y colaboradores como la rama de la Inteligencia Artificial (IA) que es capaz de generar contenido como texto, imágenes, video y sonido a partir de datos que ya existen y en respuesta a una solicitud hecha por el usuario, también conocido como prompt en inglés.
En los últimos años, la IAG ha dado muestra de su gran capacidad para hacer más eficientes procesos en diversos ámbitos.El aprovechamiento de esta herramienta ha tomado un lugar importante en diversas industrias y sectores del servicio público y privado; algunos ejemplos se presentan en la asistencia sanitaria, el mantenimiento predictivo, detección de anomalías, asistentes virtuales, entre otros usos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha declarado a la IA, y con ello a la IAG, como una herramienta de gran potencial transformador para el bienestar social, siempre y cuando su ciclo de vida tome en cuenta consideraciones éticas. En este sentido, ha publicado la Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial bajo principios que plantean que la IA pueda ser un factor catalizador para alcanzar metas en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), tal como el ODS 17 sobre Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos.
Se prevé que la aplicación de la IAG en el ramo de gestión del agua y saneamiento será de gran valía. Sin embargo, es necesario considerar las implicaciones éticas que tiene la utilización de estas herramientas, ya que su uso debe ser guiado bajo preceptos jurídicos internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, o bien las recomendaciones internacionales como la promovida por la UNESCO citada precedentemente, en la que se promueven principios tales como proporcionalidad e inocuidad, seguridad y protección, equidad y no discriminación, sostenibilidad, entre otros.
Estos principios son aplicables en el ámbito de la gestión y saneamiento de agua, ya que el uso de la IAG en estos servicios deberá garantizar que se cuentan con los procedimiento de evaluación de riesgos y la adopción de medidas para impedir que se produzca daño a las personas usuarias como sería el caso de la suspensión del servicio o la contaminación del vital líquido por fallas o errores de sistema; otra cuestión a considerar es que, ante la grave crisis climática por la que atraviesa el planeta, la IAG aplicada a los sistemas hídricos habrá de aportar a la reducción en la huella de carbono y no jugar en contra de otros ODS como lo es la meta 13 “acción por el clima”.
Por otra parte, el uso de IAG debe estar ligado al trato igual de las personas usuarias procurando que la optimización y mejora en el servicio sea un beneficio de acceso equitativo. La aplicación de los principios propuestos por la UNESCO y su adaptación a los contextos específicos en que operen las empresas y organismos estatales del ámbito hídrico ayudarán a dar orientación ética y socialmente responsable al uso de sistemas de IAG en los procesos de abastecimiento y saneamiento de agua, por lo que un factor clave será la orientación, asesoría y capacitación en derechos humanos y ética para estos organismos.
La aplicación de sistemas de IAG en el ramo de la prestación de servicios de agua se ha centrado principalmente en prevenir la contaminación de los cuerpos de agua, predecir necesidades de mantenimiento, mejorar la atención de la persona usuaria del servicio, así como optimizar el uso de energía, evitar el desperdicio de agua a través de gemelos digitales, entre otros. Respecto al ámbito de abastecimiento de agua y saneamiento, es destacable el proyecto Boorie Inteligencia Artificial e Industria 5.0 para operadores de servicios de agua y saneamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que tiene como objetivo reducir el consumo energético, la pérdida de agua y la reducción de costos de servicio de agua, así como las emisiones de gases de efecto invernadero.
Este proyecto inició operaciones durante 2023, buscando impactar en al menos tres países: Colombia, Chile y Perú, se caracteriza por ser un proyecto que incorpora el sistema GPT de OpenAI; una de sus consideraciones principales es impactar la gestión de los operadores del servicio y no sólo el trabajo de alta gerencia de los mismos, adaptándose a las necesidades de sistemas hídricos en el contexto de países en desarrollo como es el caso de la región de América Latina y el Caribe.
Uno de los principales retos alrededor de principios éticos rectores de la IA es su aplicación práctica en empresas o por parte de organismos públicos prestadores de servicios o proveedores de bienes. En este sentido, es importante referenciar los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos, que fueron aprobados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 2011 y para los cuales en 2019 se realizó un proyecto especial denominado B-Tech. Algunos de los documentos de apoyo que brinda B-Tech, es la Taxonomía de Riesgos de los Derechos Humanos conectados a la Inteligencia Artificial Generativa. La funcionalidad y valía principal de este documento es que enlista, de manera no exhaustiva, los derechos humanos con los que la IAG pudiera tener una colisión analizando cada derecho humano enlistado, ofreciendo una explicación del mismo, los instrumentos que protegen dicho derecho y algunos ejemplos de riesgo.
Un segundo producto importante emanado de este proyecto es una visión general de las prácticas que han seguido algunas compañías para garantizar el cumplimiento de los principios éticos de la IA en el campo de la IAG, como lo son los enfoques de evaluación de riesgos como pruebas de equidad, red teaming y auditorías algorítmicas, entre otras.
Por nuestra parte, sugerimos a empresas y organismos prestadores de servicios hídricos estrategias de integración estructural tales como: a) la capacitación del equipo en materia de derechos humanos y ética, con énfasis en ética de la tecnología e IA, b) conformación de un comité de ética que incluya a todas las partes involucradas en la prestación de servicio que llega a la persona usuaria final, y c) la colaboración entre pares y organismos orientadores, entre otras acciones que han sido identificadas como buenas prácticas en la materia.
La Inteligencia Artificial Generativa es una tecnología emergente en continua evolución de la cual pueden obtenerse beneficios sociales de gran valía en los distintos sectores, por lo que su uso deberá orientarse de manera decidida al cumplimiento de principios éticos por los que la humanidad ha luchado y traducido en derecho positivo como lo son los derechos humanos; en el caso del tema hídrico, en julio de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció el derecho humano al agua y al saneamiento, fundamentando que el acceso a agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de los otros derechos humanos. El agua vista como un pilar para el desarrollo de la vida será un campo prioritario para aprovechar los beneficios que brinda la IAG, especialmente si esto se traduce en que un mayor número de personas puedan disponer del vital líquido en cantidad suficiente, asequible y saludable, siendo primordial el trabajo conjunto, ético y multidisciplinario para contribuir a que la IAG sea aliada de la justicia social en materia de agua.
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