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Diseño para la Participación: qué es y cómo aplicarlo para fortalecer la democracia

Por Zaira Pérez, Consultora en Diseño Estratégico y Diseño de Servicios en PIT Policy Lab.




Actualmente, el uso del diseño ha evolucionado como disciplina; ya no se piensa en un resultado, sino un proceso que se apoya en metodologías y pone a las personas en el centro de las decisiones sociales, tecnológicas y de negocio.


La tecnología y, más puntualmente, los productos digitales están presentes en nuestra vida cotidiana, pero ¿qué tanto involucran a las personas para diseñarlos? ¿Les importan nuestras valoraciones en las tiendas de apps? Y más importante aún, ¿tienen idea del impacto que estos productos digitales tienen en nuestras vidas?


Hoy quiero hablar de la importancia del Diseño Participativo y el Diseño para la Participación. Dos metodologías que, aunque tienen nombres similares, no son lo mismo.


Primero, abordemos las coincidencias:


Ambas son regidas por el diseño, por esos procesos que tanto nos gustan como el Design Thinking: entendimiento, empatía, ideación, definición e iteración. Agregando pasos intermedios como la investigación, la experimentación y las métricas.


Ahora, las diferencias.


El Diseño Participativo es la metodología que busca involucrar a las personas en el diseño de los productos o servicios que ellas mismas usarán o consumirán. Quien diseña deja de ser solo el experto o experta y se convierte en la persona facilitadora que se asegurará de tomar en cuenta las necesidades, deseos y perspectivas de las personas a través de talleres, focus groups, entrevistas, prototipados, etc. Estas metodologías son populares en el diseño de productos digitales pero, ¿qué pasa cuando integramos este tipo de metodologías para la participación ciudadana? Es aquí donde entra en el Diseño Para la Participación. 


El Diseño para la Participación es la creación de instrumentos, canales o herramientas que promuevan los procesos democráticos, complementados con procesos de Diseño Participativo. Este tipo de diseño permite y fomenta el empoderamiento de las personas y las comunidades en la toma de decisiones, desde la creación de un programa social hasta la ejecución del voto. El diseño debería ser este pilar para crear espacios phygital, que faciliten la participación ciudadana y , con el apoyo de herramientas tecnológicas y personas expertas en políticas, creen esa intersección para alcanzar la innovación social. 


En este sentido, ¿cómo podemos incluir el Diseño para la Participación en los procesos democráticos? 


A continuación ofrezco algunas ideas y reflexiones basadas en mi experiencia en la materia:


  • Acercamiento con equipos de diseño. Qué mejor que incluir a personas diseñadoras  para integrar procesos de diseño en la creación de las soluciones. Existen varios perfiles que conviven muy bien con las nuevas tecnologías como una persona Diseñadora de Experiencias, de Productos Digitales o de Servicios.

  • Inclusión. Asegurarse de que estamos integrando poblaciones diversas en nuestros procesos y nuestras soluciones, incluyendo personas que cuentan con  diferentes niveles de educación y habilidades; además, debemos considerar lenguaje, cultura y accesibilidad en nuestros y nuestras participantes. 

  • Co-creación. Tener un acercamiento colaborativo con las y los stakeholders, ya sean personas servidoras públicas, ciudadanas, empresarias, inversionistas, diseñadoras de políticas públicas, etc. para integrar sus necesidades y perspectivas en el proceso.

  • Transparencia. Crear espacios de colaboración seguros, ya sean digitales o físicos, para promover la confianza, la responsabilidad y una participación democrática significativa. Comunicar el uso de los datos, las políticas de privacidad y, de ser posible, la arquitectura general de la tecnología aplicada. 

  • Accesibilidad. Diseñar plataformas que sean fáciles de usar y de entender para todas las personas participantes, independientemente de sus capacidades o dominio de herramientas digitales. En la creación de productos digitales existe la guía WCAG que nos ayuda a diseñar o evaluar su interacción. 

  • Retroalimentación (Feedback). Incorporar mecanismos de retroalimentación dentro de los procesos participativos para permitir que la ciudadanía comparta sus preocupaciones, opiniones y evalúe la efectividad de los mismos. Este proceso iterativo potencia la mejora continua y puede ser a través de mecanismos de investigación o de medición como satisfacción y valoraciones, entre otros. 

  • Construir capacidades. Desarrollar el conocimiento, las habilidades y la autoconfianza de la ciudadanía para participar en los procesos democráticos más efectivamente. Acercar estas capacidades a través de canales o servicios digitales como webinars, redes sociales o chatbots. 


En la actualidad tenemos acceso a grandes cantidades de información y a oportunidades educativas gracias a los canales digitales y a las redes sociales. Estos espacios nos permiten tener mayor interacción y acercamiento con nuestros gobiernos. La participación democrática es esencial para mejorar nuestras vidas, por lo que permitir su acceso a la ciudadanía y habilitar que participen en la toma de decisiones, sin duda abona a un mundo más justo e inclusivo para todas las personas.


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